miércoles, 2 de marzo de 2022

El mirlo andaba todo el año volando desde el bosque a los huertos vecinos

Entre el bosque y el río, sube el camino viejo a Lugo, descalzado por las torrenteras. En marzo yo escuchaba en el bosque el cuco agorero, que despertaba a un tiempo para amores y para profecías. El mirlo andaba todo el año volando desde el bosque a los huertos vecinos, donde al abrigo del norte son parras vetustas y fecundas. Los cuervos cubrían con su grave vuelo la distancia que hay entre el bosque y los agros alcantarinos del Sábelo. Al caer la tarde, palomas torcaces regresaban a sus nidos. Y en la hora vespertina, en el verano, en el enorme silencio sonrosado de la tarde, el alma se ponía a la expectativa del canto del ruiseñor. Yo saludé una vez respetuosamente al encantador serotino:

Quita a monteira, amigo,
que xa o reiseñor
vai cantando no bosque,
ferido de amor!

Álvaro Cunqueiro
El pasajero en Galicia

 

martes, 1 de marzo de 2022

JUNTO A LA VIEJA COLEGIATA

 JUNTO A LA VIEJA COLEGIATA

A vuelo, un murciélago rondaba la cúpula de aquel templo románico, donde no germinaban ya preces, ni cirios ardían. Solitario en obscuro rincón Cristo lívido sin las almas hallábase, que postradas antaño a sus plantas, perdón le pedían; y, del cielo cerrado del templo, las bóvedas, parecían gotear por las tardes leyendas remotas, nacidas de la negra angustia apocalíptica de los siglos más bárbaros, cuando el alma temblaba en el cuerpo, con las alas rotas, en la cárcel de carne, con tortura mística a la muerte esperándola, para verse así libre del mundo de odiosas historias; y en la paz del sepulcro del recinto tétrico -de una fe muera túmulo- un silencio de piedra envolvía las viejas memorias.

Por defuera del templo, bajo el sol vivifico, redondease el ábside, y cubriéndole manta de yedra, los nidos ampara donde ponen cada año golondrinas ágiles su cría, y marchándose, se la llevan à alguna mezquita rayana al Sahara. En la ruina de torre, cigüeña hierática, con los ojos sonámbulos, sesteando de pino al cojuelo, el campo avizora, y al caer de la tarde con su vuelo eurítmico, de la charca a las márgenes, el botín va a buscar que en el nido su cría devora.

Y el Cristo solitario, preso en aquel lúgubre interior aburriéndose, oye de fuera el alegre pío de las golondrinas, y el castañeteo, como un rezo litúrgico, con que cuentan del éxodo las cigüeñas los días que falten. ¡Aves peregrinas!

MIGUEL DE UNAMUNO (10/01/1914)

La Esfera. Ilustración mundial